Sea por el motivo que sea, la enseñanza, en general, no está bien planteada. La enseñanza de idiomas no es una excepción. Es más bien un desastre y es lo que nos incumbe aquí.

Ni es cierto que los niños tengan más facilidad para los idiomas ni tampoco es cierto que haya personas a las que se le “den mal” los idiomas. Y te voy a decir por qué…

Primero. Los niños no tienen más facilidad. Lo que tienen es más necesidad. Necesitan hablar para conseguir lo que quieren y cuanto antes lo hagan, antes lo consiguen. Eso les da la motivación necesaria para mejorar cada día.

Segundo. Si has sido capaz de aprender tu idioma y de hablarlo, eres capaz de hacerlo con cualquier otro. No hay razonamiento más aplastante que éste.

Tercero. Los niños no son más inteligentes que los adultos. Esto es una aberración. La inteligencia es fruto de la cantidad de conexiones neuronales que creamos a lo largo de nuestra vida. Y si tú has vivido 20, 30 ó 40 años más que un niño, es imposible que el niño sea más inteligente que tú. Por definición y por sentido común, tú tienes más conexiones neuronales. Tú eres más inteligente.

Último (aunque podría seguir). Lo único en lo que nos pueden ganar los niños es en motivación. Ellos necesitan hablar y no se paran a pensar en si les da vergüenza o en si van a cometer muchos errores o en si se van a reír de ellos. En esto es en lo único en lo que nos sacan una ventaja descomunal y es el principal obstáculo que debemos superar desde el primer día.

Dicho esto, si tu motivación no es lo suficientemente fuerte, no sigas leyendo. No te interesa.

Asimismo, también debes tener en cuenta lo siguiente:

Igual que simplemente, por pagar una cuota de gimnasio, tus músculos no van a crecer hasta límites insospechados sin hacer nada más, tampoco me creo que pienses que aprender un idioma se consigue con el mero hecho de inscribirte en un Programa formativo.

Por muy bueno que sea el gimnasio o el Programa de idiomas, nada se consigue ni se aprende por ciencia infusa.

El cuerpo se trabaja y los idiomas se practican. Con una cierta regularidad.

Si estabas de acuerdo con lo anterior pero no lo estás con esta última reflexión, tampoco sigas leyendo.

Y si estás de acuerdo conmigo, entonces…

¡Dale caña!